dimarts, 4 de maig del 2021

XII

 


Como tu hermano, nunca fuiste

de los primeros en salir de la escuela,

te costaba abandonar el aula.

Impaciente, desde la esquina asistía anónimo

al reencuentro cotidiano de los hijos con sus padres,

escuchaba las conversaciones de los diversos grupos de alumnos.

Y tú, cada tarde, eras el penúltimo en salir.

Camino de casa me pedías

que te hablara de los abuelos,

del pueblo de mi infancia,

y mis palabras las consumías goloso

como un helado de fresa.

Juntos, sin darnos cuenta de ello, íbamos esbozando

el mágico, el fascinante plano de Pouet,

una villa imaginada donde sus habitantes entre lágrimas,

la noche del siete de agosto, levantaron las vías del tren

que atravesaba de sur a norte el casco urbano.

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