divendres, 29 d’octubre del 2021

XXXII

 


No podremos leer nunca más en tus ojos,

esos ojos grandes, expresivos, de iris de azabache.

Eran libros abiertos que emitían luz,

que se dejaban leer cada párrafo

de una manera honesta, transparente.

Había en ellos tatuada la alegría,

la joya de la vida en las dos pupilas.

Bajo las cejas espesas y las largas pestañas,

navegaba bajo el blanco ocular

el deseo, la amistad, el amor, la alegría,

tu espíritu pícaro y divertido

y esa capacidad tuya para ver

lo que a los otros se nos escapaba.

No podremos leer nunca más en tus ojos,

la sombra tenebrosa de la pena

los había tomado como rehenes.

 

No podremos disfrutar nunca más de tu mirada.

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