dimarts, 14 de setembre del 2021

XXIX


A la hora en que los gorriones juegan a la rayuela por las calles,

rompió el silencio el sonido del teléfono móvil,

al otro lado del aparato con voz rota

 anunciaste aguantándote la rabia y la desolación:

—¡Paula, unos tíos me han reventado!

Era una hora menos en San Cristóbal de La Laguna.

Aquella madrugada los violentos habían salido de cacería.

Su presa apareció arrastrándose en la plaza,

su ropa era un mapa donde la geografía del dolor

había sido pintado de rojo a golpes brutales.

Con el corazón en la mano acudiste en su auxilio.

No son tiempos propicios para las buenas personas de Samaria,

y los violentos se ensañaron también contigo.

¡Paula, unos tíos me han reventado!

 

Quince días más tarde, cuando te recibía en el aeropuerto,

me saludaste con una mentira:

—Arnau, ¿qué te ha pasado en la cara?

—Pare, nada, una mala entrada jugando al fútbol.

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