Pequeño
como un ruiseñor
y
ya querías aprender a tocar el violín.
¡Imposible!
La
maldición de amar la música
y
no saber hacerla nacer y crecer de un instrumento
también,
como yo mismo, la sufriste tú.
La
música popular fue nuestra pasión.
Nuestra
vida ha tenido
una
ubérrima banda sonora.
Las
melodías, que han amortiguado los golpes de la tristeza.
Las
baladas que han ensalzado la esperanza del amor.
El
rock, el reggae, el ska, el rap que nos han atrapado
y
nos han hecho saltar, bailar, sudar, disfrutar.
Nunca
me podré perdonar
que
en la última despedida
me
olvidará de ofrecerte,
como
una rosa blanca, una canción,
y
el templo lleno de músicos esperando
un
gesto para ponerse a tocar.
1 comentari:
Un poema molt bonic, Manel, senzill, tendre, nascut de les fondàries, autèntic. Una abraçada.
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