dijous, 11 de novembre del 2021

XXXIV



Uno no tiene que vivir la vida de su hijo

ni proyectarse en él ni convertirlo en un títere,

aunque derramemos sobre nuestros actos un río de amor.

Uno tiene que dejar que tome sus decisiones,

que elija, que se equivoque y pague por cada error.

Uno no puede vivir la vida de un hijo,

pero si la mala suerte, como un desalmado,

nos lo secuestra y lo mata hay que ser conscientes

que sin él nuestra existencia habrá perdido el sentido.