Vivo
en el barrio viejo
donde
la memoria es un espectro
que
me ofrece en cada esquina
rancias
postales con escenas,
escenarios
y personajes del pasado.
En
los tejados anidan mirlos, gorriones.
Cada
año, a las puertas del verano,
los
pollitos se sienten con fuerzas
para
abandonar de un salto el nido.
Hay
quien consigue volar.
Otros
caen en la calle
y
aunque la madre está a su lado,
vigilándolos
y protegiéndolos de los depredadores,
las
fuerzas los abandonan y se rinden.
Al
día siguiente aparecen muertos.
Son
días que siempre he temido
y
a menudo me encierro en casa
para
evitar asistir a la tragedia.
Yo
tenía un hijo fuerte y inteligente
que
al saltar del nido no pudo alzar el vuelo.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada