Evoco las canciones
que acompañaron las largas hileras de
caravanas
a la conquista de un espacio en blanco,
y de nuevo vuelvo a sopesar la intensidad de
cada palabra.
Camino día y noche por un paisaje inventado
mientras pienso en las horas estrujadas y
lanzadas a la papelera,
también en las otras donde tomaban cuerpo y
alma
seres con los que jugué a forjar ficciones
verosímiles.
Evoco y me lamo las heridas como un gato
viejo
que, soberbio y altivo, se niega a asumir las
derrotas.
Evoco y escribo con ánimo de revancha con las
garras de un gato.
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